
- Cuba en transición: el Consejo para la Transición Democrática presenta su estrategia para el cambio
En un ambiente marcado por la urgencia histórica y la necesidad de definir un rumbo, el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) celebró su Primera Convención Nacional con un mensaje inequívoco: la transición ha comenzado. Aunque aún no sea democrática, Cuba se encuentra en un proceso irreversible de transformación que el CTDC ha decidido leer, asumir y encauzar desde una ruta ciudadana, constitucional y pacífica.
En el cuarto día de la convención, Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del Consejo, presentó la ponencia titulada «Transición en Cuba: el paisaje, los escenarios, la ruta». En su intervención, propuso una estrategia deliberada y estructurada para impulsar el cambio democrático desde la ciudadanía, abriendo el documento como una hoja colectiva en la que todos deben escribir. “No se trata de imponer una visión cerrada —dijo—, sino de conversar, deliberar e imaginar juntos cómo transitar hacia la democracia.”
La premisa central: Cuba ya está en transición
La ponencia parte de una pregunta fundamental: ¿Está Cuba en transición? Para Cuesta Morúa, la respuesta es “inevitablemente sí”. Pero no se trata de una transición guiada por el Estado, sino de una transformación que parte de la sociedad y presiona desde abajo. El régimen, según explicó, se encuentra atrapado entre una impotente voluntad totalitaria y una autocracia que intenta legitimarse bajo un lenguaje de legalidad y constitucionalidad, mientras gestiona de forma fallida un país completamente distinto al de hace 30 años.
El diagnóstico: 25 rasgos de una Cuba en transformación
Cuesta Morúa identificó al menos 25 rasgos que configuran este nuevo paisaje cubano. Entre ellos destacan:
- Un gobierno sin relato ni narrativa, incapaz de articular una respuesta coherente a la crisis nacional.
- Un vacío total de representación política, donde el Partido Comunista ha perdido conexión con los sectores sociales.
- El dominio absoluto de los militares sobre la economía, trasladando su teatro de operaciones del exterior al control interno.
- El regreso público del racismo, donde las élites —tanto las que desean conservar el régimen como las que claman por su caída— culpan a los negros de los fracasos del país.
- El retorno de diversas formas de violencia, donde “los débiles deben morir de cualquier muerte para que los fuertes puedan prevalecer”.
- Una sociedad que se autodemocratiza, marginal pero activa, que produce en los márgenes y exige canales cívicos para incidir en el poder.
“Esta transición no es una hipótesis ni un deseo. Es el conflicto entre una sociedad en movimiento y un régimen sin proyecto”, subrayó el vicepresidente del CTDC.
Escenarios: de lo imposible a lo deseable
La ponencia distingue con claridad cuatro tipos de escenarios:
Escenarios imposibles:
- Una intervención extranjera armada.
- Un golpe de Estado militar, ya que el ejército cubano es una extensión del aparato político, no una estructura castrense autónoma.
- Una quiebra de la élite, que no está arraigada socialmente sino fabricada desde el poder, y por tanto blindada frente a presiones externas o internas.
Escenarios improbables:
- Una rebelión popular, debido al férreo control del espacio público y cívico.
- Un liderazgo cívico espontáneo surgido de los estallidos sociales, obstaculizado por la vigilancia y criminalización de posibles líderes.
- Un despertar moral del régimen, considerado improbable aunque necesario.
Escenarios posibles:
- Una movilización constitucional y legal de los ciudadanos para transformar las relaciones de poder desde la base.
- Un diálogo nacional impulsado por sectores autónomos con arraigo social, como las iglesias, hermandades o incluso movimientos estudiantiles.
- Un escenario híbrido que combine ambas estrategias sin necesidad de coordinación directa.
Escenario deseable:
- Una movilización cívica múltiple: paralela, diversa, pero convergente. “Pueden ser madres, iglesias, sindicatos, estudiantes. No tienen que actuar al unísono, pero sí en direcciones que se crucen. Eso es lo deseable y viable para una transición pacífica”, expresó Cuesta Morúa.
La ruta: una estrategia democrática desde abajo
Más allá del diagnóstico y los escenarios, el Consejo pone sobre la mesa una propuesta concreta: una ruta constitucional hacia el Estado de Derecho, la democracia y elecciones libres, pluralistas y democráticas.
Cuesta Morúa fue enfático: “La transición no puede depender de fantasías ni de esperas pasivas. Necesitamos un recorrido viable, sostenible, inclusivo, desde abajo, soberano, movilizador y de costos controlables para la ciudadanía”.
El énfasis está en cómo transitar, no solo en el destino. El documento apuesta por una ciudadanía activa que utilice las herramientas legales existentes para democratizar la sociedad desde la base, sin caer en el lenguaje absoluto del “derrumbe” o la “huida”, que —según advirtió— más expresan impotencia que estrategia.
“Se hace democracia al andar”
Citando a Antonio Machado, Cuesta Morúa concluyó: “Se hace democracia al andar”. La ponencia se convierte así en una hoja de ruta abierta, realista y deliberativa, que invita a todos los actores de la sociedad cubana a asumir un papel activo en la construcción de una alternativa democrática.
“El Consejo no pretende ser la alternativa única, pero sí una opción atractiva, viable y conectada con los ciudadanos”, dijo. Con ello, el CTDC busca dar un paso decisivo para posicionarse como una fuerza articuladora del cambio, sin exclusiones y sin violencia, pero con claridad estratégica y visión de país.
”NOTA: ESTE ARTÍCULO FUE COPIADO DEL DIARIO DE CUBA”