Admirado, querido, criticado o castigado, Ortega participó en los principales acontecimientos nacionales de las últimas seis décadas.
cubanet.org El cardenal emérito Jaime Ortega Alamino ha pasado a ocupar un sitial importante en la historia de Cuba, luego de fallecer este 26 de julio en La Habana, a los 82 años de edad.
Admirado, querido, criticado o castigado, él participó en los principales acontecimientos nacionales de las últimas seis décadas. Auxiliado por mujeres y hombres abnegados preservó la Iglesia Católica Cubana, expandió la misión evangelizadora y acompañó al pueblo en sus avatares. Los católicos afligidos oraron durante la agudización de su larga enfermedad y la población consternada reaccionó a la noticia.
Joven sacerdote de la campiña matancera en 1964, Obispo de Pinar del Río en 1978, arzobispo de La Habana en 1981 y Cardenal en 1994, solo precedido por el cardenal Manuel Arteaga. Al llegar a los 75 años presentó la estipulada renuncia para pasar a retiro, pero el papa lo mantuvo hasta el nombramiento como arzobispo de La Habana a Monseñor Juan García Rodríguez, Arzobispo de Camagüey, el 26 de abril de 2016.
Como cardenal su ministerio se expandió a muchos cubanos, a los que procuró llegar en el pequeño archipiélago y en la diáspora por Estados Unidos, España, Venezuela y otros países. Formó parte del Colegio Cardenalicio cercano al papa y recibió la Iglesia Ss. Aquila y Priscilla en Roma. Hasta la partida física fue cardenal emérito.
Jaime abrazó y ejerció el sacerdocio durante la época más difícil para la Iglesia Católica Cubana, y soportó los mayores rigores en carne propia, cuando fue prisionero durante 8 meses entre 1966-1967 en la UMAP, los campos de trabajo a donde el partido-gobierno enviaba a creyentes, homosexuales y otros cubanos. Al ser liberado, acompañó a los pocos sacerdotes permitidos en Cuba y a la también reprimida comunidad católica.
Él nació en Jagüey Grandes, provincia Matanzas, el 18 de octubre de 1936. Estudió en el Seminario de San Alberto Magno en Matanzas y en el Seminary of the Fathers of Foreign Missions en Quebec, Canadá. Desde su ordenación como sacerdote el 2 de agosto de 1964 atendió varias parroquias en la Diócesis de Matanzas hasta que fue confinado en la UMAP. A la salida del cautiverio se desplazaba con dificultades entre su pueblo natal y las parroquias circundantes hasta pasar a la catedral de Matanzas y como profesor de teología moral en el Seminario Interdiocesano San Carlos y San Ambrosio en La Habana, a donde viajaba semanalmente. Desde esos años fomentó un movimiento juvenil que incluía campamentos de verano y evangelización mediante trabajos teatrales.
La Carta Pastoral “El Amor todo lo espera” emitida por el cardenal Jaime Ortega, el arzobispo de Santiago de Cuba Pedro Meurice Estiu y los obispos, el 8 de septiembre de 1993, sobresale como un valiente documento de la Iglesia Católica acerca de la situación existente en Cuba, con las propuestas de solución.
La tensión social originada por la precariedad de vida de la población al comienzo del llamado Período Especial, llevó al gobierno cubano a modificar la política represiva, lo que abarcó la permisión de la práctica religiosa, incluso a los militantes del Partido Comunista en 1992. La Iglesia Católica Cubana y su cardenal recibieron el impulso del papa Juan Pablo II mediante la interlocución con el gobierno, y durante su visita oficial en 1998 abrió los horizontes del pensamiento de los cubanos a través de las homilías multitudinarias por primera vez en plazas cubanas, que habían sido exclusivas para Fidel Castro y otros pocos dirigentes, transmitidas por la televisión en vivo. El cardenal participó en los concilios para la elección de los pontífices Benedicto XVI y Francisco, quienes realizaron visitas oficiales en 2012 y 2015, respectivamente.
Como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Monseñor Jaime Ortega contribuyó a la emisión del documento de rechazo a las ejecuciones de tres jóvenes secuestradores de una lancha y las largas condenas de cárcel a 75 pacíficos cubanos, emitido el 11 de abril de 2003, la acogida a las mujeres familiares de los prisioneros de conciencia en las iglesias y el apoyo de la Pastoral Penitenciaria. Su papel fue relevante en el diálogo con el General Raúl Castro para la excarcelación de esos presos, a cada uno de los cuales llamó por teléfono a la prisión, asi como a sus esposas o madres, para informarles la decisión y la posibilidad de trasladarse a España con sus familias según ellos consideraran, en 2010-2011.
Sectores cubanos y cubanoamericanos residentes en Miami y Madrid, fundamentalmente, y algunos opositores dentro de Cuba criticaron las gestiones y ciertas declaraciones del cardenal durante su largo desempeño. Poco reproducidas han sido sus palabras durante las misas fúnebres a Gustavo Arcos Bergnes el 17 de agosto de 2006 y Oswaldo Payá el 23 de julo de 2012, así como su gestión a fin de que Oscar Espinosa Chepe recibiera la autorización para viajar a recibir asistencia médica en Madrid y pudiera retornar a Cuba.
En la contribución del papa Francisco al acercamiento de Barack Obama y Raúl Castro, el cardenal fue enlace entre 2009-2016. Por su prestigio y cualidades de negociador se convirtió en consejero solicitado por las personalidades extranjeras en viajes de trabajo o privados a Cuba.
Su Eminencia Jaime Ortega Alamino tiene admiradores y detractores, pero no indiferentes, muestra de su fructífera vida, abarcadora obra y cubanía.