Declaración Conic

La expulsión el pasado lunes 29 de julio de Omara Ruiz Urquiola, profesora del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), es un hecho profundamente deplorable que la CONIC condena con todas sus fuerzas.
Este hecho viola por sobre todas las cosas la Constitución recién aprobada tanto en el espíritu que presuntamente le anima como en su letra escrita. Viola el artículo 40, que coloca por encima de todo la dignidad humana; pisotea el artículo 41, por el que se reconoce y garantiza a todos los cubanos el goce de sus derechos; pisotea el 42, el que garantiza la igualdad ante la ley y proscribe la discriminación específica y la discriminación genérica; se burla del artículo 43, que equilibra derechos y responsabilidades, y hace distinción con la mujer; revienta el 46, que protege a los ciudadanos contra el ataque a su integridad; vulnera el 47, porque atenta contra el libre desarrollo de la personalidad; quiebra el 48; en tanto atenta contra la imagen; quebranta el 54, porque no respeta la libertad de pensamiento; quebranta el 56, al negar el derecho a la manifestación; y dinamita el artículo 64, que reconoce el derecho al trabajo.
El caso de Omara Ruiz Urquiola resume todas las violaciones posibles y demuestra que no vivimos en un Estado de trabajadores, sino en un Estado de súbditos obligados a ser leales, y que de paso trabajan. Prescindir de la excelencia por razones distintas a la calidad y profesionalidad del trabajo que no comprometen ni la ética ni la integridad legal y constitucional del país, es el camino sobre el que se ha labrado el desastre de la nación.
Ruiz Urquiola no ha faltado ni a uno de los 12 Deberes presentes en la Constitución y no se le ha proporcionado el ejercicio de las garantías debidas que proporcionan tanto la ley fundamental como el Código del Trabajo.
La CONIC ofrece todo su apoyo a la trabajadora Omara Ruiz Urquiola y exige a las autoridades el reintegro a sus labores. Una exigencia por cierto de sus propios estudiantes. La burda operación de reorganización del trabajo en plenas vacaciones planteada por las autoridades del ISDI para garantizar una expulsión aséptica y sin ruido no solo es antiética, tampoco está a la altura estética que se le reconoce a esa institución. Es sobre todo una burla a la inteligencia de los cubanos y un golpe artero a una excelente profesora que además ha venido enfrentando con valentía una enfermedad.

María Elena Mir Marrero
Secretaria General de la CONIC

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