Cuando un amigo se va, el Dr. Ricardo Roque Por Luis Manuel de Lima

Los médicos tienen una especial sensibilidad hacia los problemas humanos, sociales y políticos. Quizás esa necesidad determinó su vida al convertirse a una profesión para toda la vida. El Dr. Ricardo Roque está en esa lista de profesionales cubanos que dejan un legado de servicio a la comunidad no solo cubana sino de muchos otros lugares del mundo donde prestó servicios y salvó a seres humanos con padecimientos extremos.

Ejerció la especialidad ortopédica de cirugía y traumatología que exigen una dedicación especial al estudio y evaluación de cada caso. Pero Roque como todos los llamaban era más que un médico, un gran conversador, un hombre medio sabio que encontraba respuesta a casi todos los problemas. Siempre bien centrado y analítico sabía diferenciar cada situación.

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Muy preocupado por la suerte de los médicos cubanos y del personal del gremio de la salud que por distintas razones emigraban de Cuba a otros países, hizo verdaderos esfuerzos para reunirlos y tratar los problemas que enfrentaban para su adaptación en cada país de residencia. La Solidaridad de Trabajadores Cubanos tuvo en el Ricardo Roque un buen militante comprometido con la suerte de Cuba y los derechos sociales y laborales de los trabajadores cubanos.

En su currículo   están los cargos que desempeño en la directiva del Hospital Ortopédico Frank País y después como fundador de la Clínica Cira García. Años después emigró a Venezuela y poco tiempo después se residenció en el poblado de Baní, República Dominicana. Ejerció la medicina y a la vez mantenía una gran vinculación con la comunidad cubana residenciada en la República Dominicana.

El Dr. Roque y Familia

“Siempre recordaremos a Roque”, me expresó un  amigo común al comunicarme la noticia de su fallecimiento y es cierto, cuando un amigo se va deja esa sensación de vacío que solamente puede llenar el legado de buenas acciones que dejó en nosotros. Quiero expresar mis condolencias a sus familiares, amigos y a sus pacientes.

 Por: Luis Manuel de Lima

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