The Wall Street Journal responsabilizó al régimen cubano de ser «el autor de la barbarie» que impera hace meses en Venezuela y apeló a la presión internacional con «una línea dura hacia La Habana» como primer paso para «restaurar la paz venezolana».
Según el rotativo estadounidense, cualquier intento de asumir una estrategia de acercamiento como la que presentó el expresidente de EEUU Barack Obama fracasaría.
Consideró que por mucho que haga la oposición venezolana para «desalojar a la dictadura con actos pacíficos de desobediencia civil» es probable que la estrategia no funcione, porque «son los cubanos, no los venezolanos, los que controlan las palancas del poder».
«La Habana no se preocupa por la pobreza o el hambre venezolana o si el régimen es impopular. Ha pasado medio siglo sembrando su ‘revolución’ ideológica en Sudamérica. Necesita a Venezuela como un corredor para dirigir la cocaína colombiana a los EEUU y África para abastecer a Europa. También depende en gran medida del petróleo venezolano», señaló el artículo de The Wall Street Journal.
El diario sostuvo que «para mantener su control sobre Venezuela, (el
Entre ellas las provenientes de un artículo aparecido en la página web de la Fundación de los Derechos Humanos en Cuba,donde Roberto Álvarez Quiñones desveló que en Venezuela hay casi 50 oficiales militares de alto rango, 4.500 soldados cubanos en nueve batallones y «34.000 médicos y los profesionales de la salud con órdenes de defender la tiranía con armas».También recordó que la idea de usar matones civiles para golpear a los manifestantes venezolanos proviene de La Habana, como lo explicó el autor cubano Carlos Alberto Montaner recientemente en «Venezuela al borde del abismo».»Castro los usó en la década de 1950, cuando se oponía a Batista, para intimidar a sus aliados que no estaban de acuerdo con su estrategia. Hoy día en Cuba siguen utilizándose para llevar a cabo ‘actos de repudio’ contra los disidentes», añadió.»Cuando los congresistas de la oposición fueron atacados por turbas de estilo cubano el 5 de julio, y sus rostros ensangrentados aparecieron en las portadas de los periódicos internacionales, los zapateros del mundo (en referencia al expresidente español) comenzaron a retorcerse. Esa fue la señal de La Habana para mejorar la imagen del señor Maduro», argumentó The Wall Street Journal.»Primero, el señor Maduro afirmó que no sabía nada al respecto, aunque su vicepresidente estaba en el piso de la legislatura mientras estaba sucediendo. Eso no era creíble. Tres días más tarde se produjo la repentina decisión de trasladar a López de prisión militar a arresto domiciliario. Maduro dijo que era un gesto ‘humanitario’. El ministro de Defensa Vladimir Padrino, un acólito de Fidel (Castro),
«Así, las imágenes del salvajismo en la Asamblea Nacional retrocedieron mientras las fotos del señor López, besando una bandera venezolana encima de una pared fuera de su casa, aparecieron por todas partes. Misión cumplida y López permanece detenido», apuntó.Para The Wall Street Journal, «durante demasiado tiempo el mundo ha pasado por alto las atrocidades del estado policial cubano».
«En 1989 Fidel (Castro) fue incluso invitado especial en la toma de posesión del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. Hoy los ‘invitados especiales’ están brutalizando a Venezuela mientras el mundo se pregunta qué fue lo que salió mal», concluyó el periódico.
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