El comentario obligado en la pasada semana y en ésta, pues la Historia no termina, sino que continúa agravándose, son las manifestaciones multitudinarias de cubanos contra el régimen tiránico de Cuba. Algo que nadie esperaba y si se encuentra con alguien, que le dice: ”Yo lo sabía“; no le haga caso, nadie se lo imaginaba, ni siguiera el Estado totalitario con sus tropas de infiltrados y agentes secretos.
El domingo 11 de julio de 2021 hubo una manifestación localizada en el municipio de San Antonio de los Baños y fue como una mecha rápida que corrió por todo el país, transformándose en una protesta nacional contra la mafia gobernante.
Para comprender mejor este suceso de proporciones inimaginables, todos los analistas señalan que se debe retrotraerse a casi tres años antes, a Diciembre de 2018, concretamente al 6 de diciembre. Ese día el Comité Central del Partido acordó autorizar a los cubanos el uso de internet en sus teléfonos celulares. Y eso cambió a Cuba.
De pronto los jóvenes empezaron a conectarse con el mundo y a conocer otras culturas, otras formas de vivir y esa conexión puso a Cuba, con sus represiones, fallas, todas las mentiras -las sutiles y las terribles- sus secretismos y miserias, en los teléfonos y pantallas de todo el mundo. Por eso la reacción del estado totalitario, al sentirse atacado, es cerrar el acceso a Internet. Apagar la conexión, volver a la sombría época medieval de las mentiras ya no tan sutiles y a la duda sobre las supuestas verdades.
La generación de jóvenes, que formó el grueso de las protestas, nació cuando los revolucionarios ya eran ancianos y la famosa revolución de sus ancestros, estaba en todas los aspectos de la vida absolutamente fracasada. El internet les dio acceso al resto del mundo que desconocían y era como una novela mal contada de otro Planeta.
Nació, esa generación, sin los héroes verde olivo, sin barbas y sin historias de la Sierra valerosa. El faro que iluminaba, por dentro la Histórica Gesta, llevaba rato apagado, las promesas de un futuro de ensueño no tenían sostén y las consignas eran tan viejas como las barbas y menos útiles.
Esa generación es hija de una anterior Generación, la de una Cuba de la miseria absoluta -que dejó la Unión Soviética al desmembrarse- dejando a los cubanos luchando para mantenerse a flote, entre los restos de armamento obsoleto, y una sed insaciable de bienestar no satisfecho, para después vivir chupando la sangre de Chávez, una transfusión de duración breve, sin que hubiera más bolsas en el laboratorio. Pocas opciones para los jóvenes, una carrera universitaria y un sueldo de escaso alcance. Muchos pensando en conseguir una misión en el extranjero, en sus intentos fracasados de un ansiado bienestar.
La heredera generación, que pide Libertad, que insulta a los jefes y reclama medicamentos y alimentos en soberbias manifestaciones, es la primera generación que sabe toda la verdad, porque está conectada al mundo, y no se traga los cuentos de que Cuba es la luz de los desposeídos y el faro de la revolución mundial. Esta generación ha visto la verdad, desde la vida de un amigo de TicToc de Rusia o la del Camagüeyano que está viviendo en Dinamarca, con el mismo título que tú conseguiste, pero mil veces más cómodo y satisfecho, que cualquiera de esa nueva generación.
Estos jóvenes son hijos de un grupo humano que vivía esperando que las promesas de ser más “desarrollados que los países europeos” llegaran y…. nunca llegaron. ¡Ninguno de los vaticinios del voluntarismo de Fidel se logró!
Hay pues, un sentimiento de culpa en los padres, víctimas del engaño, que les hizo pensar que sus hijos serian dichosos y tendrían un futuro mejor.
Y sus hijos, esos jóvenes, se dan cuenta de que cada día son más pobres y ante los progresos que ven en sus teléfonos encuentran su realización personal más y más lejos de alcanzar. Ellos dependen de una ayudita de la familia en el exterior o de una migaja que le dé el estado opresor, pero no tienen oportunidad de vivir mejor, ni con estudios universitarios ni sacrificándose, como lo hicieron sus padres cortando caña voluntarios, para con dolor ver hoy los centrales azucareros con sus maquinarias dañadas y los ferrocarriles que se deterioraron en la inútil campaña de los 10 millones, que el voluntarismo de Fidel planificó con datos falsos. En esa gracia Cuba perdió una de sus principales fuentes de financiación. Amargura de una zafra pésima y desconcertante, en medio de la pandemia no controlada.
Los jóvenes cubanos no son de derecha ni de izquierda, son de Patria y Vida, se cansaron de la muerte y del sacrificio, para nada útil.
Quieren vivir, quieren vida, un trabajo digno y bien pagado, la posibilidad de tener un apartamento, de poder divertirse como ven que lo hacen los otros jóvenes del mundo y con quienes se comunican en las redes. Esos cubanos quieren tener una vida decente. Y la revolución es el obstáculo que lo impide.
Esta historia, que continúa en medio de golpes, patadas y arrestos violentos, fue el resultado de una tormenta casi perfecta, con los vientos procelosos de una pandemia cada vez más aguda del coronavirus, sintiendo la falta de un líder carismático que les diera consuelo y razones válidas para luchar, como les dio Fidel -el gran prestidigitador- a sus padres, con el cuento de que valía la pena el sacrificio.
La crisis comenzada a finales del pasado año, con un precipitado “ordenamiento económico” donde se incluía el reforzamiento del dólar como moneda fuerte y un peso cubano a un supuesto valor de cambio “firme”, el cual terminó disparado y sin control, y un ordenamiento que se desordeno reventándose con la supresión del dólar como divisa utilizable, a menos de 6 meses de la instalación del supuesto ordenamiento, en una confusa e increíble tensión, con largas colas para depositar en bancos los dólares que tenían guardados. “Aviso: el dólar que te señalé como moneda para comprar alimentos y chucherías en las tiendas TLC, ya no te sirve, búscate otras divisas”.
Ahora repase lo sucedido y verá que la situación era explosiva y que los señores de las guayaberas almidonadas, los buenos autos y las buenas cenas, encumbrados en el Buró Político del Comité Central, no fueron capaces de calcular que se habían equivocado demasiado y habían presionado demasiado, en su absoluta ignorancia de la realidad…
Conclusión: El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista Cubano preparó, alimentó y desarrolló la multitudinaria manifestación del día 11/6.
Ellos son los únicos culpables de la salida masiva de los cubanos a la calle. Son culpables de todo lo que provocó su ignorancia y desatino y todavía no se dan cuenta que ellos llevaron a los jóvenes a decir: Basta.
Las explicaciones están sobre la mesa del tal Díaz-Canel, una suma de errores continuos, y una justificación aberrante, pues con todo lo equivocado de su proceder, (que quizás ni siguiera ha analizado) afirma que el bloqueo y las maniobras sádicas de USA son los culpables. No son quejas por variables, son la suma acumulada de los errores del Partido Comunista.