EL TRABAJO HUMANO. Por DAGOBERTO VALDÉS HERNÁNDEZ

29 de abril de 2019

Por estos días se acaba de celebrar el Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba y dentro de dos días muchos países celebrarán el Día de los Trabajadores. Puede ser buena ocasión para detenernos a pensar en el trabajo humano y en la vida de los trabajadores y su familia en Cuba.

Quisiera comenzar por una escala de valores en la que creo y confío. Entre el trabajo, el capital y la persona existe un orden de prioridades: Por encima de todo debe estar la persona, después el trabajo que crea riqueza material y espiritual, y después, el capital creado por la persona y su trabajo. El orden de estos factores sí altera el producto. Cuando el capital se pone por encima de la persona y del trabajo, los seres humanos se convierten en máquinas o medios para crear riqueza. Cuando el trabajo se coloca por encima de la persona y su familia, entonces los seres humanos son explotados y esclavizados en la labor que realizan. Cuando el Estado controla todo, y centraliza todo, sin dejar especio libre a la iniciativa y a las fuerzas productivas, entonces todo comienza a ser ineficiente y burocrático. Solo cuando la persona, y todos sus derechos, son colocados en lo más alto de la escala de valores es cuando tanto el trabajo como el capital creado por él se ponen a su servicio y ocupan el lugar de medios para lograr un desarrollo humano integral. El Estado, como servidor público, se debe a la persona del ciudadano y debe cuidar de su libertad, justicia y desarrollo.

El trabajo debe ser considerado como vocación, creación y realización personal. Vocación: porque para progresar la persona humana esta llamada (latín: vocare) a desarrollar su vocación y su proyecto de vida mediante el trabajo manual o intelectual. Creación: porque el hombre y la mujer comparten con Dios la obra creadora que el Ser Supremo dejó inconclusa para confiarla a su inteligencia, talento y habilidad de co-creador. Y realización personal porque solo respondiendo a su propia vocación y dando rienda suelta a su espíritu creador, la persona puede desarrollarse en todas sus dimensiones: material, cultural y espiritualmente. La espiritualidad del trabajo es la motivación interior que mueve a comprometerse con esa obra creadora, a darle alma y a sostenerse en la fatiga propia de la labor cotidiana.

Los deberes y derechos de los trabajadores son, con frecuencia, conculcados y para ello deberían existir sindicatos libres e independientes para poder organizar sus demandas y reclamar a los empresarios sus derechos. El diálogo entre trabajadores y empresarios mutuamente representados por líderes elegidos democráticamente, es el instrumento para ir ganando las conquistas laborales que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha codificado en defensa del mundo de los trabajadores.

Cuba tiene muchas asignaturas pendientes en el mundo del trabajo. Nombraremos solo algunas de ellas:

1. El salario es insuficiente, no permite crear ahorros, no cubre las necesidades mínimas de progreso y recreo de la familia. Además, se paga el salario en una moneda y se venden los productos en otra, 25 veces con más valor.

2. Las condiciones de los trabajadores en sus puestos de trabajo son insuficientes, inseguras y deshumanizantes en la mayoría de los casos. Excepción hecha de los centros por divisa y turísticos que presentan otros problemas y han perdido gran parte de las conquistas laborales como la jornada de 8 horas.

3. El Estado se apropia de más del 70 por ciento del salario devengado por los trabajadores en empresas con capital extranjero y en misiones internacionalistas a donde, además, no pueden llevar a ningún miembro de su familia, lo que ha supuesto infidelidades y desintegración del núcleo familiar con el correspondiente abandono de la educación de los hijos dejados con abuelas o parientes.

4. Los sindicatos responden a un único Partido y a las administraciones que son mayoritariamente estatales. La indefensión del trabajador es evidente. No se permiten sindicatos independientes.

5. Las jubilaciones son muy insuficientes y ocurren tan tardíamente que los trabajadores ya han arribado a una edad tan avanzada que casi no pueden disfrutar de su jubilación.

6. Los dueños o empresarios de negocios del sector privado (eufemísticamente llamados cuentapropistas) no han avanzado hacia los estándares de mayor desarrollo en los estilos de trabajo y en el respeto y promoción humana del trabajador por falta de formación e información o por seguir el estilo del jefe estatal. Por el contrario, han regresado a un modo capitalista explotador y deshumanizante que es otro de los graves problemas de Cuba. No deberíamos regresar a un capitalismo salvaje después de tantos años de intentar un sistema que dice que defiende la justicia social.

Hay otras muchas tareas pendientes, pero podemos resumir la situación del mundo del trabajo en Cuba como un engendro conformado con lo peor del socialismo y lo peor del capitalismo, y que, además, no tiene las bondades que dicen tener los dos sistemas.

El sistema económico, empresarial y sindical que aún se atrinchera en Cuba es una pieza arqueológica de un modelo surgido en 1917 en la lejana Rusia soviética y que fracasó llegando a su fin en el viejo mundo hace 30 años.

¿No es esta prueba histórica junto a la terrible experiencia de la colectivización y estatización de las economías de Rusia, China, Sudeste asiático, Europa del Este, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y otros, un motivo suficiente y urgente para cambiar el modelo económico, laboral y sindical que queda en Cuba como en un Museo donde cada primero de mayo viene la nostalgia a visitar los restos de sus sueños en viejas vitrinas capitalistas bajo el ruido de consignas seudo-socialistas?

Que el futuro de Cuba sea de verdadera justicia social, que la persona del trabajador se erija por encima del trabajo, del capital y del Estado; y que los trabajadores puedan construirse con su propio esfuerzo y trabajo creativo, libre y honrado, el futuro de prosperidad y felicidad que solo ellos pueden darse y que ninguna demagogia, de un lado

o de otro, les pueden regalar para que después se lo tengan que agradecer en eterna dependencia y explotación.

Que como dijeran Hannah Arendt y Karl Rahner, el homo faber, el homo sapiens, el homo ludens y el homo mysticus deben ser las dimensiones de la verdadera “condición humana”. Solo en el trabajo, la educación, el descanso lúdico y la contemplación alcanzaremos la plena dignidad de la persona humana.

DAGOBERTO VALDÉS HERNÁNDEZ

Deja un comentario