Cuba y Venezuela: “Retorno a la Patria” por partida doble. Por RENÉ GÓMEZ MANZANO

En Venezuela y Cuba se utiliza el regreso al país de algunos ciudadanos para la manipulación y la agitación política

LA HABANA, Cuba.- Los dos estados más significativos para la izquierda caníbal latinoamericana siguen fielmente los pasos que años atrás iniciaron otros de la vieja Europa, inspirados en el marxismo leninista. En todos ellos, la propaganda desenfrenada desde el poder constituye el medio para la manipulación política. Esto, a su vez, sirve para enmascarar las realidades que se viven.

En la patria de Bolívar, observamos este fenómeno en las informaciones sobre las idas y venidas de sus nacionales a otros países. Como se sabe, el chavismo, entre otras cosas, ha logrado un verdadero anti-milagro: el país sudamericano, otrora destino de ciudadanos de múltiples procedencias (que, como es lógico, iban allí para mejorar su situación), se ha convertido ahora en fuente de emigración. Ése es el fruto envenenado de las desastrosas políticas económicas del “Socialismo del Siglo XXI”.

Se cuentan por millones los venezolanos que, ante el increíble estado de postración en que ha caído su Patria de la mano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han optado por marchar al Exilio. Se trata de un movimiento masivo signado por la desesperanza, el agotamiento, el hambre, el desabastecimiento y la franca desesperación.

Por supuesto que esa aventura, como reza la frase popular cubana, no es fácil. Los que llegan a países extranjeros casi siempre carecen allí de personas que puedan brindarle algún apoyo. Lo más frecuente es que no tengan un techo seguro. A menudo no logran conseguir un empleo. Se encuentran en la ilegalidad. Están a expensas de los abusos que puedan ocurrírsele a cualquier desalmado.

Por esa razón no resulta raro que, dentro de las nutridas filas de los emigrantes, aparezcan “rajados”, personas que, ante la dura realidad encontrada fuera de sus fronteras, opten por retornar al mismo sitio del que antes huyeron con la esperanza de una vida mejor. Esos regresos no siempre se basan en experiencias personales: en ocasiones, incide la situación de algún ser querido que ha quedado atrás y que necesita ayuda de los que se fueron.

Los que se marchan —insisto— son millones (no menos de dos, según la ONU; tres, afirman otras fuentes). Los que vuelven, algunos miles. Pero una bobería como ésa no arredra a la propaganda roja. Ésta, bajo el rutilante lema “Retorno a la Patria”, actúa como si los primeros no existieran, y se ocupa sólo de los segundos. Y esto, día tras día.

Cada avión u ómnibus cargado con algunas veintenas de esos arrepentidos constituye el tema de una información que los bolcheviques tropicales abordan como si en verdad ella fuera importante. Se lleva una cuenta pormenorizada de esos emigrantes frustados. TeleSur informa al respecto sin falta, y la prensa oficialista cubana lo repite gustosamente.

Los cotorrones del castrochavismo, con la cara muy seria, leen las aburridas cifras, las cuales, sumadas, representan mucho menos del uno por ciento de la multitud fugitiva. No faltará algún verraco que, al escuchar ese aluvión propagandístico de forma acrítica, crea de verdad que lo importante en Venezuela son los ciudadanos que regresan.

Algo parecido sucede también ahora con la actitud prepotente asumida por el régimen de La Habana y su decisión de retirar a sus miles de facultativos que en Brasil estaban adscritos al programa Más Médicos.

El periodiquito Granma de este miércoles —por sólo mencionar un ejemplo— ha dedicado media primera plana, más dos páginas interiores enteras, de las pocas con que cuenta el diario, a ese tema específico. La andanada propagandística se completa con otro artículo de título cursi: “Toda Cuba: amor, vergüenza y dignidad”. Con éste casi suman tres páginas en total las dedicadas al asunto.

Como se ha venido informando, esta campaña surgió con motivo de las declaraciones del presidente electo Jair Bolsonaro. Sus palabras textuales fueron: “Si los médicos cubanos van a seguir trabajando en el programa Mais Medicos, debe ser con salario completo, con la posibilidad de llevar a sus familiares con ellos y revalidando su título para que valga en Brasil”.

De todos esos planteamientos, sólo lamento la frase final. Claro que el gigante sudamericano, como país soberano, es libre de determinar qué requisitos debe llenar un graduado universitario para ejercer su profesión allí. Lo que objeto, en el plano político, es que si Don Jair hubiese estado mejor asesorado, bien pudo haberse ahorrado aludir a la convalidación de diplomas.

No tengo la menor duda: las otras dos demandas del ilustre político habrían bastado para que el irascible gobierno de La Habana pusiese fin a su participación en el programa. Y esto pese a que, según el título no menos pedante de otro de los trabajos publicados por el Granma del miércoles, “Cuba no solo forma galenos, sino seres humanos comprometidos con el bien de la humanidad”.

En puridad, creo incluso que el primero de los planteamientos habría resultado más que suficiente: Bastaba con que Bolsonaro anunciara el cobro, por parte de los médicos caribeños, del ciento por ciento de lo desembolsado por sus servicios (sin el actual descuento de las tres cuartas partes que van a parar a las arcas del régimen castrista) para que La Habana “lanzara la toalla” (o, utilizando otro símil deportivo más exacto, para que “se llevara los guantes y la pelota”).

En ese caso, a la propaganda comunista le habría resultado mucho más difícil adoptar el aire ofendido que ha asumido ahora. Para todos habría estado claro que, pese a la palabrería sobre “solidaridad humana”, en realidad se trataba de un pedestre asunto de dinero. Y los escribidores oficialistas no habrían tenido fundamento alguno para afirmar, como se hace en el último trabajo periodístico mencionado: “Nadie tiene el derecho de poner en duda los altos estándares de calidad de la formación de nuestros galenos”.

En cualquier caso, tanto en Venezuela como en Cuba se habla ahora de un “Retorno a la Patria”. Y ambos tienen en común la manipulación de la opinión pública y el intento de la propaganda roja por intentar tapar el sol con un dedo.

Deja un comentario