Crónica 15: 2017 Año del Bravo Pueblo de Venezuela. «Una semana después»

Mis queridos amigos y relacionados, de nuevo en la trinchera, pluma en ristre para expresar lo que siento , aquí en Venezuela y como dice el título de esta crónica una semana después de la hecatombe para la oposición, de los comicios regionales un domingo como hoy, hace siete días antes . Llevaba varias semanas sin escribir, pero muy atento a los avatares de la laberíntica campaña desarrollada en este país, para disputar 23 gobernaciones que componen toda la geografía  nacional, aclarándoles a mis lectores que en Caracas, quedan excluidos de votar los residentes en el municipio Libertador distrito capital, donde resido, así que en contra de mi voluntad no pude ejercer el sufragio según el ordenamiento administrativo político de este país.

En mi afán de expresarme sobre lo sucedido, decidí esperar siete días para poner en blanco y negro, mi modesto criterio, sabiendo que en ese lapso iba a escuchar, leer y ver, disímiles criterios, decenas de opiniones, infinidad de juicios y un infinito lamento. La conclusión  en este fin de semana, no puede ser más desastrosa. Como ustedes saben, no suelo entrar en polémicas con nadie, que se encuentre de una forma u otra,  luchando a brazo partido contra el desafuero y la ignominia de un régimen tan perverso como este, y constato con profundo pesar, cómo el pueblo honesto y la mayoría de actores sociales democráticos de este convulso país  aún no se les ha endurecido el cuero lo suficiente para asimilar una derrota más de tal naturaleza. Debo decir que por mi añeja lucha frente a la opresión y el vil atropello de esta maligna doctrina social comunista que aun amenaza al continente más injusto del mundo y toda su región ergo, el gobierno venezolano, puedo decir como en Cuba: “esta no es herida para gallo fino” así como se dice en Venezuela que:  “esta herida no me hace ni coquito”. Reitero mi aseveración, no se puede derrotar un totalitarismo marxista de ya largos 18años en 18 días o en 18 meses, sabiendo lo que todos constatamos cada hora que pasa; que el Estado Social de Derecho y Justicia, que fue la  promesa dada por los vendedores de ilusiones que como mansos corderos llegaron al poder por el voto popular en 1998 para convertirse después en el lobo que a dentelladas ha hecho girones a esta Tierra de Gracia, cuna del más insigne prócer de las Américas, Simón Bolívar. Cada afrenta sufrida, cada herida recibida y cada crimen cometido contra el pueblo inerme debe curtirnos la piel y aguzado  la inteligencia al máximo para continuar afinando estrategias   y adoptando tácticas eficaces hasta lograr el objetivo de libertad, democracia y  justicia social, que merece este noble pueblo. No quiero enumerar los hechos miserables cometidos durante el proceso eleccionario, ni las cifras, ni los atropellos ni el chantaje, cometidos por civiles y militares, usufructuarios de la corrupción y de la mentira; ya lo han hecho los analistas, los derrotados en la contienda y hasta diversas naciones y organismos internacionales, que día a día repudian el ventajismo oficial del Estado todopoderoso y sus órganos espúreos;  inventándose una Asamblea Nacional Constituyente como un supra poder para aplastar la justicia y los derechos ciudadanos de forma inquisitorial. Tengo absoluto respeto por la oposición venezolana y sus esfuerzos; líbreme Dios de emitir críticas para cada uno de sus actos. Además ya se ha derramado demasiada sangre inocente; pero así y todo, eso no basta,   en estos casos yo diría lo que aprendí en las prisiones cubanas: “paso corto, vista larga y mala fe”. La ingenuidad tiene que desterrarse en esta desigual lid.

No debe olvidarse que la ambición de los hombres y sus afanes de ser y tener, obnubila y escarnece las ideas, convirtiendo en miserable lo que una vez fue justo, noble y digno. No olvidemos  lo que una vez planteó nuestro Libertador: -“Moral y luces son nuestras primeras necesidades” que hoy más que nunca tiene aplicación. Termino citando a mi Martí: -“La libertad cuesta muy cara, hay que comprarla por su precio o  resignarse a vivir sin ella”. Estoy convencido, de que los venezolanos no se van a resignar jamás. Ánimo, que nos queda mucho por hacer, así que la lucha continúa.

 

Pedro Pérez Castro

22 de octubre de 2017

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