LA FATAL FRIVOLIDAD DE QUIENES ACEPTAN EL MAL, CUANDO SE HACE BUSCANDO UN SUPUESTO BIEN

Por Raúl Fernández Rivero

Muchas personas, incluso buenas personas, dudan públicamente que los regímenes comunistas, hayan asesinado más ciudadanos que los fascistas.

Dudan que Stalin sólo, eliminara, por diversas vías, muchos más que Hitler, Mussolini y Franco juntos.

Pero sin duda alguna afirman que Auschwitz fue algo más terrible que el Gulag Soviético, los campos de re educación Chinos o los campamentos de Presos políticos de Pol Pot en Camboya. No aceptan tampoco comparaciones entre la limpieza ideológica de Stalin o Mao con la limpieza étnica de Hitler y los fascistas.

Su discurso político llega a decir que Stalin no era tan asesino o mala persona como Hitler. No les importa el número de víctimas sino ”la calidad” supuesta del asesino en cuestión y su propósito o el entorno en que se cometieron los crímenes.

Hitler era un horrendo criminal por asesinar por limpieza étnica, ¿Y no lo era Stalin o Mao o Pol Pot por hacer limpieza ideológica?

Es repugnante decir que un asesino era peor que otro.

¿No es lo mismo un asesino serial que un gánster? El gánster mata por negocios y el asesino serial por psicosis ¡Vaya argumento! Son igualmente repudiables, no hay clasificación posible, ambos son igualmente condenables.

Los crímenes cometidos en nombre del Socialismo deben ser igualmente criticados que los cometidos en nombre del Nacional Socialismo. Esas sutilezas morales son de una crueldad espantosa.

Es igualmente aterradora la muerte de un anciano judío en una cámara de gas, que la muerte de una anciana rusa congelada en un Gulag de Siberia.

Quienes se aferran a estas comparaciones sólo están tratando de proteger las ideas que mataron a la anciana de frío contra las que gasearon al anciano judío.

Stalin, Mao y Pol Pot defendían la igualdad, los derechos de los trabajadores, el bien colectivo, pero los 90 millones de muertos de Stalin, 20 millones de Mao y los 2 millones de Pol Pot nunca mejoraron las condiciones de vida de los trabajadores por los que supuestamente se hizo la limpieza ideológica. La realidad llevó a Rusos, Chinos y Camboyanos a cambiar sus sistemas, unos totalmente, otros incluyendo el “mercado” en su ideario y otros confesando sus crímenes como un terrible error.

Las ideas comunistas han eliminado muchísimas más personas que las fascistas y eso no impide que enfrentemos con igual fuerza y pasión ambas ideas.

Las ideas del Nazismo y sus consecuencias deben ser execradas y eliminadas del mismo modo que las virulentas ideas marxistas.

El mensaje es sencillo: no se puede alegar que es distinto matar en nombre de la igualdad y el supuesto bien común que matar en nombre del nacionalismo y la pureza de la raza.

El que asesina por una idea-por muy perfecta y buena que parezca- debe ser condenado no solo por asesinar sino por la idea tenebrosa que justifica que se asesine.

Las ideas que conllevan al exterminio o la prisión de los ciudadanos y la supresión de su derecho a la libertad de pensamiento, nunca podrán ser excusa y menos ser catalogadas de buenas.

Por último hay que considerar que Hitler perdió la guerra y Stalin la ganó. Ese es uno de los motivos, por los que hoy en día se habla más de los muertos del Holocausto y los campos Nazis – que tienen todos mis respetos y sentido homenaje- que de los muchísimos más que Stalin mató en sus campos de Siberia y en los fusilamientos de los 10 primeros años del Soviet.

Para mi profunda consternación hay pro nazis marchando e inscribiendo organizaciones en distintos países; pero hay muchos más que respaldan, aprueban o amparan a grupos marxistas que dicen defender libertades y derechos, que después, en su mismo nombre eliminan y persiguen, condenando por falsas leyes y convirtiendo en parásitos a sus opositores. Los millones de rusos y de otros países que fueron asesinados por Stalin, Ceausescu, Pol Pot y Mao no reciben el mismo homenaje ni recuerdo que los judíos, cristianos y demócratas que eliminó Hitler, solo porque Hitler era malo y los otros defendían “cosas buenas” y querían la igualdad y el bienestar, nunca alcanzado.

Matar es matar y eso no tiene excusa.

¿Es que debemos aceptar en silencio, que los millones de muertos por los líderes marxistas son distintos porque fueron asesinados en nombre de la liberación de los pueblos, del fin de la explotación del hombre por el hombre, de un mundo más equitativo y justo, que nunca consiguieron?

Mientras ésta tonta explicación exista, las víctimas sin nombre ni museo, sin lugar al homenaje ni al recuerdo, desaparecerán de la memoria, serán invisibles y su recuerdo se desvanecerá.

Serán millones los olvidados, mientras todos los días y en grandes celebraciones todos los años, los asesinados por el loco enfermo alemán serán recordados y reconocidos.

Se lo merecen sin duda, pero todos. Los que murieron de frío o de hambre en Siberia y el Cáucaso tal y como los gaseados o fusilados en los campos de la muerte fascista.

No muy lejos en España, hoy se insiste en los muertos por las tropas Franquitas, pero intencionadamente se olvidan de los asesinados por las Brigadas Internacionales y el partido Comunista Español y los torturados en los calabozos de la Checas.

El nombre de las víctimas de los horrores de las ideas, debe mantenerse fresco y recordado para que los actos inhumanos de esas muertes no se repitan. Ni los de Franco ni los de la Cheka. Ni los de Stalin ni los Hitler.

 

 

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