Queridos amigos y relacionados , como deben suponer, esta crónica la # 30 que corresponde a la más señalada época del año, La navidad, pienso que será la última que redacto este año cuajado de avatares para Venezuela antes del advenimiento del nuevo año cuyo pronóstico es cada vez peor según los especialistas de la economía, las finanzas y todo lo que tenga que ver con el desarrollo y crecimiento de un país normal como otrora fuera esta “Tierra de Gracia” hoy convertida en tierra de desgracias por obra de seres humanos. Malos pero malos de verdad poseídos de un espíritu demoníaco que convierte lo que toca en un verdadero desastre del que soy testigo excepcional, dado que con grandes ilusiones elegí vivir aquí hasta el fin de mis días tratando de recuperar con esfuerzos, los años que perdí en las cárceles de mi querida Cuba cuyo régimen me cercenó la libertad que era mi derecho disfrutar en el suelo donde nací y obligando a mi sufrida familia a seguirme en el sueño trunco de lograr una Cuba “Con todos y para el bien de todos”
Gracias a Dios llegamos al amparo de un gobierno democrático que nos brindó un espacio amplio de realización personal de entonces, en su sociedad civil aceptando agradecido la naturalización por adopción, por lo que ésta es mi segunda. Patria e igual que con la mía por nacimiento, estoy en deuda con ellas hasta el fin de mi destino.
Pero hablemos de estos días que es el objeto de mi crónica y de como la ciudadanía venezolana recibe y se prepara para estas efemérides de la Historia Universal. Creo haber empleado los adjetivos calificativos necesarios para nombrar la realidad y no quisiera empañar estos párrafos salidos del corazón con otras palabras mucho más severas como se merecen quienes nos gobiernan. Debo mencionar la tenacidad y esfuerzos de los venezolanos aferrados a sus profundas tradiciones cristianas y familiares para abrazar con regocijo el eterno mensaje de amor que Jesucristo nos enseñó desde el mismo Pesebre de Galilea . Ni las familias dispersas por el mundo. Ni la forzada separación de ya tres millones de Venezolanos que han emigrado a otras tierras en busca de mejores oportunidades de vida y paz ; ni la pérdida de seres queridos o amigos a manos de la ignominia que tiene 20 años de impuesta, harán desaparecer la más sublime de nuestras tradiciones que colmará el alma de las mujeres y hombres de buena voluntad, que habitamos en este pedazo de A. Latina; porque ésta es una lucha del bien contra el mal y éste jamás prevalecerá a pesar de los esfuerzos del demonio empeñado en hacer un infierno lo que una vez era un hermoso vergel.
Para nuestra fortuna nos acompaña el Dios del Universo en nuestra Iglesia de Cristo. Sólida, Indoblegable. tenaz y amorosa cuyo mensaje siempre es una luz en las tinieblas que (por ahora) arropa nuestra existencia. Sin embargo nunca ha sido la noche más oscura que antes del amanecer.
Por lo que mi crónica de hoy, para mis amables lectores, hermanos venezolanos y cubanos, conocidos o no refleja un profundo sentimiento de solidaridad en la fe y la esperanza de que con nuestros esfuerzos y sacrificios el mal desaparecerá más pronto que tarde y renaceremos de nuestras cenizas
Felices fiestas y venturoso nuevo año. Aquí estamos y aquí seguimos. Porque a pesar de los pesares celebraremos la venida del hijo de Dios; Y… LA LUCHA CONTINÚA.!
Pedro Pérez Castro.
Caracas, 23 de diciembre de 2018